Perú Agenda al 2031
Con los ejemplos desarrollados por los sectores minería y agroindustria generar industria, empleo digno y calidad de vida.
La construcción de un Perú mirando a los próximos 10 años no es tarea fácil, sobre todo si partimos de la falta de formulación de una estrategia de desarrollo, en especial sobre el papel de la industria como uno de sus pilares en nuestro país. Urge debatir sobre la diversificación productiva y por políticas sectoriales activas en concordancia con el mercado, llevándonos hacia nuevos patrones de desarrollo y motores productivos.
La generación de empleos dignos, desarrollo regional y territorial, asociatividad y generación de clústeres deben surgir como tareas para repensar el futuro del país en función de la producción. Es por ello que la Sociedad Nacional de Industrias busca una estrategia de desarrollo, reformulando la forma de abordar la producción, el empleo y las variables sociales para una mejor calidad de vida.
La política industrial en nuestro país
La primera política industrial fue la Ley de Promoción Industrial en 1959; lo que puso, de forma tardía, al país en el camino de los modelos de sustitución de importaciones en América Latina. Posteriormente, el gobierno militar emitió la Ley General de Industrias en 1970 incorporando adicionalmente controles de cambio, subsidios a las tasas de interés y protección arancelaria junto a permisos y licencias de importación.
El proceso de desarrollo hacia adentro no ayudó a generar exportaciones con valor agregado y dejó sectores con muy bajo nivel de integración vertical respecto a nuestras materias primas e insumos nacionales. Por otra parte, la apertura indiscriminada e improvisada de los 90 ocasionó pérdida de capital y del aprendizaje industrial en las empresas, llegando muchas a cerrar y sustituyendo su producción para convertirse en importadores.
La realidad actual de la industria
El país desde los 90 ha visto reducir la participación de la industria en el PBI nacional, teniendo en esos años unos niveles máximos del 17% y terminando el 2019 con un 12% de participación. Esto se vió acentuado en el último quinquenio en donde tuvimos 4 años consecutivos de caída de la producción industrial. Se buscó una mayor participación de los bienes de consumo frente a los de maquinaria e insumos intermedios, dejando de participar en los sectores de mayor contenido tecnológico e integración en la trama de insumo-producto.
La crisis en la industria, mirando el largo plazo, tuvo efectos directos en la evolución de los empleos. Si bien la industria emplea, según el INEI, cerca de un millón quinientos mil trabajadores, el empleo en la industria prepandemia ya presentaba niveles críticos con 7 años de caída constante. A pesar de esto, es un sector gravitante en la economía del país, siendo la que más genera tributos, empleos formales y representa el 44% del consumo en los hogares del país.
El éxito de algunas políticas sectoriales frente a las de corrección de fallas
La política que predominó en el país fue la búsqueda por eliminar trámites y la corrección de las “fallas del mercado” que impiden que los sectores se beneficien del crecimiento, algo que no generó empleos dignos ni el despegue productivo de nuestra economía. Las políticas transversales de tratar a los sectores sin discriminación no crearon el capital productivo, capital humano, desarrollo tecnológico y, sobre todo, desarrollo regional integrado al país en los momentos del auge de crecimiento de las materias primas, a mediados de la década pasada.
Sin embargo, en el Perú sí hemos tenido ejemplos de políticas sectoriales concluyentes en términos de desarrollo y beneficios para el país. Primero tenemos el caso del sector minero, donde gracias a una legislación que declaró de interés nacional la promoción de las inversiones mineras, se logró un despegue del sector. Logramos así, inversiones para el desarrollo de nuestra minería polimetálica de gran competitividad mundial, multiplicando 19 veces su nivel de exportaciones pasando de 1.7 mil millones de dólares en los noventas a 28.1 mil millones de dólares en el 2019.
Algo muy similar es el caso del sector agroexportador del país que, sumado al clima y tierras innatas, se incorporaron un paquete de medidas sectoriales logrando que el Perú sea uno de los principales exportadores de frutas y hortalizas en el mundo, creciendo 15 veces sus exportaciones, siendo líderes en espárragos, arándanos, entre otros. Este crecimiento permitió un crecimiento del empleo formal, de salarios para los trabajadores del campo y mejora del capital humano.
Industria generadora de valor agregado productivo
En primer lugar, debemos entender que todo proceso generador de valor agregado es industria, debiendo ampliar el criterio hacia otros sectores de la actividad productiva e incluso de los servicios y del capital intelectual. Como segundo punto, el avance tecnológico del concepto Industria 4.0 y de la digitalización, la robótica y la automatización pasaron a establecer nuevos horizontes en el proceso industrial.
Es por ello que se hace urgente poner a la diversificación productiva y la especialización sectorial como los puntos claves de la integración de los sectores productivos. Esto permitirá el desarrollo de un patrón de acumulación que incorpora a las materias primas al desarrollo industrial, determinando los sectores dinámicos que apoyar en el corto y mediano plazo.
Los 27 Tratados de Libre Comercio, que incluyen a 57 países, son otro activo para el crecimiento de las exportaciones en el Perú. Sumándose también la incorporación de sectores de gran dinamismo industrial, como son los de, alimentos, pesca, textil, construcción, minería, turismo, forestal, TICs y las MiPymes.
Para cada uno de estos sectores se han conformado Mesas de trabajo con participación de empresarios y expertos del sector privado, buscando que sean los propios actores los encargados de formular sus propias estrategias y propuestas sectoriales. A su vez, se han integrado al Norte, Sur, Centro y Oriente del país, buscando que este proceso sea integrador también a nivel nacional.