La ley BIC y su impacto
La búsqueda de generar tanto resultados económicos como sociales y ambientales ha significado un cambio de paradigma para muchas empresas en el país.
Esta última semana, en el pleno del Congreso, se aprobó la ley de la Sociedad de Beneficio e Interés Colectivo, mejor conocida como Sociedad BIC, con 110 votos a favor, cero en contra y una abstención. Esta ley tiene como objetivo establecer un marco jurídico regulatorio para las empresas BIC, permitiendo que puedan diferenciarse tanto para el mercado como para los consumidores.
“Al introducir este modelo, las empresas serán más sostenibles, ya que asegurarán que todos los actores involucrados en su esquema de negocios estén contentos y comprometidos. Además, también ayudará en el aspecto de captación de talentos, dado que, según estudios, los jóvenes en la actualidad no buscan solamente ganar dinero, si no también sentir que hay un propósito detrás” señala el congresista Alberto De Belaunde, autor del proyecto de ley.
Por otra parte, De Belaunde hace referencia a la tesis realizada por Juan Diego Mujica, entonces estudiante de Derecho en la Universidad de Lima, el cual buscaba generar un verdadero impacto con su trabajo académico, logrando así ayudar a construir lo que fuera este proyecto de ley BIC. Esto también de la mano de Sistema B Perú, organización destinada al estudio de las empresas BIC y su desarrollo.
“Lo que ya existía para estas empresas con propósito era el Sistema B, un sistema de certificación internacional que mide cual es el impacto social, ambiental y organizacional. Ellos tenían todo este conocimiento y han sido aliados fundamentales para lograr esta ley” afirma el congresista del Partido Morado en referencia a las herramientas dadas por Sistema B.
Las empresas BIC y su relación con el Sistema B
Para entender un poco mejor que son las empresas BIC, Jorge Caillaux, presidente del Consejo Directivo de Sistema B en el Perú, nos comenta que una de las principales características que deben tener este tipo de empresas es que, además de tener fines de lucro, busquen el desarrollo ambiental y social de su comunidad. Por ello gracias a esta nueva ley, las empresas BIC podrán presentarse en el mercado como tal, diferenciándose y permitiendo al público identificar sus principales objetivos y propósitos.
“Una empresa BIC pone el sentido del triple propósito en el corazón del empresario o de su empresa, trata de reducir todos los impactos negativos que pueda generar y trata de maximizar los positivos. Usa su habilidad empresarial para generar beneficios, se mide, se evalúa y se compromete a mejorar para llegar a ese propósito, todo ello bajo un esquema de transparencia”, afirma el presidente de Sistema B en el Perú.
En el mismo sentido, Jorge Caillaux comenta que poco a poco se ira generando una comunidad de empresas BIC, empezando a realizar cooperaciones entre ellas y así crecer juntas, “Cuando el sector se consolide y crezca, si se va a poder considerar, desde la SUNAT, unas interpretaciones y normas reglamentarias que permitan que los gastos realizados por las BIC, para lograr su propósito social y ambiental, sean deducibles de impuesto a la renta”, afirma Callaux respecto al futuro tributario de las BIC.
A su vez, Mariale Soto, miembro del equipo ejecutivo de Sistema B Perú, comenta que la Ley BIC ha cumplido recientemente 10 años de su promulgación en EE.UU., y en la actualidad está llegando cada vez con más fuerza a la región, viéndose en Colombia, Ecuador y ahora en Perú; es decir, 3 de los 4 países de la Comunidad Andina.
Del mismo modo, afirma que instrumentos como la evaluación de impacto B, ofrecidos por Sistema B, permite al mercado diferenciar mejor a las empresas del sector. “Hablamos del impacto social y ambiental que tiene cada empresa y como esta podría mejorar comparada con otras del sector. Esta evaluación realizada a partir de datos ya cuenta con la participación de más de 110 000 que continúan midiéndose”.
Soto destaca que lo más difícil para lograr la certificación es centrarse en los aspectos que son más plausibles a mejorar, evitando abarcar mucho al mismo tiempo. En un inicio, para lograr la certificación, una empresa debe cumplir con al menos 80 de los 200 requisitos totales, pudiéndose lograr de manera más rápida si se enfoca en las fortalezas de la empresa.
Por otra parte, Carla Grados, ex directora y actual asociada de KUNAN, nombra dos de las muchas empresas BIC que ya están teniendo éxito en nuestro país. La primera de ellas es Recidar, que recibe productos usados para refaccionarlos y venderlos en zonas donde no existe la venta formal de estos, agregándole inclusive 6 meses de garantía.
El otro caso de éxito es Sinba, cuyo nombre deriva de Sin basura. “Ellos usan un modelo de economía circular que recibe los desechos orgánicos (restos de comida que desechamos) y lo convierten en alimento balanceado para granjas”. Esto les permite a las granjas dar un mayor valor a sus animales, lo que se traduce en más ingresos que ayudarán a formalizar más empresas del sector.
Finalmente, podríamos resumir el objetivo de la Ley BIC y el trabajo en conjunto de iniciativas como Sistema B, con una frase resaltada por el mismo congresista De Belaunde. “Lo que buscamos con esto no es solo que los empresarios busquen ser la mejor empresa del país, si no también ser la mejor empresa para el país”.